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Vicepresidenta Herrera, relegada en segundo plano durante evento de la embajada de EE. UU.


La noche del jueves 27 de junio, el Presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, decidió no asistir a la esperada fiesta de Gala del Día de la Independencia de los Estados Unidos celebrada en la embajada americana, enviando en su lugar a la Vicepresidenta Karin Herrera, acompañada de la Primera Dama, Lucrecia Peinado.


Lo que debía ser un día de celebración y diplomacia se convirtió en un evento incómodo para la Vicepresidenta, quien fue relegada a un papel casi invisible durante toda la fiesta. Ignorada por el Canciller y, según rumores, desestimada por los propios funcionarios estadounidenses debido a sospechas de corrupción, Herrera pasó de ser una figura destacada a una simple espectadora incómoda.


La desconfianza hacia la Vicepresidenta parece haberse arraigado profundamente en los círculos diplomáticos, con acusaciones de presuntos cobros y millonarias coimas por puestos en ministerios y otras unidades ejecutoras del Ejecutivo. Esta nube de sospecha aparentemente fue suficiente para que la Embajada de Estados Unidos optara por dar el protagonismo a la Primera Dama, quien fue la encargada de dar el discurso en representación del Gobierno.


La Vicepresidenta Herrera, visiblemente incómoda, se vio obligada a presenciar cómo la Primera Dama recibía todos los honores y aplausos. No se le permitió tomar la palabra y su participación se limitó a una breve aparición para la toma de fotografías al final del evento. Incluso este momento fue casi un desaire, ya que solo al último minuto alguien recordó que debía estar en la foto oficial. Su rostro reflejaba claramente su inconformidad con la situación.


La gala, que se suponía sería un evento para reforzar lazos diplomáticos, terminó siendo una lección de cómo ser elegantemente ignorado. La Vicepresidenta se retiró de la fiesta visiblemente molesta, o al menos eso fue lo que muchos percibieron esa noche.


La pérdida de confianza y la creciente sombra de sospechas sobre la Vicepresidenta plantean serias preguntas sobre su futuro político y su capacidad para recuperar su prestigio. La pregunta es: ¿Empezará a brotar una pugna de poder en el Ejecutivo y veremos nuevamente una vicepresidencia aislada de los asuntos de gobierno? Solo el tiempo lo dirá.



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